martes, 8 de mayo de 2007

Quejíos

A veces uno hace hallazgos increibles. Bueno, habría que dejarlo en hallazgos espectacuales, porque a este paso y sin escapar de este patio, cada vez hay menos cosas que resulten difícil de creer. Divagaciones a un lado, lo que descubrí el otro día supongo que es tan raro que es equiparable a que uno de Jaen y otra de Guadalajara se encuentren dos veranos seguidos, sin premeditación ni alevosía, uno en el último pueblo de Extremadura y el siguiente en la ciudad más fea de Inglaterra.

Pero esa es otra historia, aunque lo que hoy toque también sea un encuentro.

De un lado, tenemos al Cabrero (Aznalcollar, 1944), un cantaor sevillano que, como su propio nombre indica, pasó su infancia pastoreando a sueldo un ganado que ni siquiera era suyo (como Pedro el de Heidi, pero pasando hambre). Cuando "el gusanillos del arte era más fuerte que tó" abandonó su campo y se hizo una figura del cante, emprendiendo sucesivas giras por España y el resto del mundo. Curtido en la dura Andalucía de la época, desarrolló un especial sentido del compromiso que lo ha llevado a participar activamente en las movilizaciones del Sindicato de Obreros del Campo así como a estar presente en cualquier atisbo del cambio que Andalucía sigue necesitando, hasta el punto de elevarlo a la categoría de fenomeno social.


Por el otro, varios centenares de kilómetros más al norte, están los Marea. Marea (Berriozar, Navarra, 1997) es un grupo de rock referente en el panorama nacional. Con cinco discos a sus espaldas, es continuador del rock poetico y transgresivo de Extremoduro. Su música es el "rockanrolillo de toa la vida" más la poesía surrealista, íntima, personalisima y por tanto a ratos destartalada (pero qué buena es, copón) de su vocalista, Kutxi Romero. Guitarreo puro por donde se desfarra, brillante y frenética, la púa del Kolibrí, el solista del grupo..

Entre medías, como podía imaginarse, hay una canción: "Como el viento de poniente". Es una letra de la representante de artistas Elena Bermúdez, la cantó primero el Cabrero y luego la versionó Marea en su disco "Besos de Perro". El contraste es sobrecogedor. Como dos estilos, dos formas de vida, dos músicas que apenas tienen en común las seis cuerdas de la guitarra, pueden expresar los mismos sentimientos. En los dos casos, la simbiosis letra-artista es perfecta y la posibilidad de que se trate de una versión se antoja más que remota. Hay que joderse; los kinkis de Berriozar, que se sienten parte indivisible de la masa gris que pulula por una ciudad industial, albergan la misma rebeldía que el pastor de la baja Andalucía que se ve hostigado por una realidad adversa de caciques y señoritos, de dineros que faltan y de pan duro mojado en saliva.

Hay más versiones imposibles pero como esta me parece que pocas. Tengo amigos fanáticos de la guitarra eléctrica, que le han puesto nombre a la suya, le hablan y por supuesto la acarician. Ellos creen -y yo no lo dudo- que les escucha y les devuelve el cariño en forma de buena música. No debería extrañar que, a su manera, sus guitarras sean capaces de romperse la camisa y de desgarrarse en largos quejíos profundos y ensangrentados como los del Cabrero.

Ni la rabia es patrimonio del rock ni el quejío lo es del flamenco. No sé si la conclusión es acertada o se queda en aspirante a moraleja, pero cada vez lo tengo más claro. Todos, absolutamente todos, sin una sola excepción que confirme la regla, compartimos y somos parte de lo mismo. Y nos empeñamos en no vernos ni entendernos.

Escucha la versión del cabrero

Y la de Marea

2 comentarios:

Jotun dijo...

Ey gracias por el comentario...por cierto mi guitarra no tiene nombre,será por eso que no me regala un buen sonido??Un saludo!!!

ale dijo...

fran tengo en jaén la discografía del cabrero,no sabía que lo de marea, escucharé la canción. El cabrero para mí es uno de los mejores artistas flamencos