Intentábamos acsotumbrarnos a los sms de los moviles cuando apareció el messenger. Yo fuí de los que le pareció demasiado bueno para ser verdad; qué era aquello de poder enviar todos los mensajes que quisieses sin prestar atención al saldo, donde estaba el truco. Eso de poder decir cosas sin miedo a que temblase la voz generó infinidad de conversaciones e historias que, estoy seguro, de otra forma no se hubieran producido. Y, como a muchos, el messenger acabó por robarme horas de calle y conversaciones verdaderas, de las de face to face, de las que a mí más me gustan.
Ahora, tras unos años conviviendo con el invento, uno lo va conociendo y termina curado de espanto ante situaciones como las que refleja este corto, que, para lo que tardó en hacerse, no está mal del todo:
Ahora, tras unos años conviviendo con el invento, uno lo va conociendo y termina curado de espanto ante situaciones como las que refleja este corto, que, para lo que tardó en hacerse, no está mal del todo:
LA DOBLE VIDA
(te puede pasar a tí)
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